martes, 29 de marzo de 2011

Jornadas de Tía Cirenia



Cuando voy por andurriales
y respiro el aire seco,
inhalo desolación,
exhalo palabras grises
y te siento muy presente,
como si aún te perdieras
en tu propio laberinto.
Azoradas marionetas
contemplan el lodazal.

Tú no llevabas muñecos
ni divertías a la gente;
nadie te daba dinero
ni conseguías qué comer.
A veces no regresabas,
y al estar de nuevo en casa,
me veo retratada en ti.
Azoradas marionetas
contemplan el lodazal.

El creerte acompañada
no te quitaba tristeza,
y al saberme abandonada,
leo tu huella en el camino,
lleno el vacío con distancia,
descifro los pedregales,
e imagino tus delirios.
Azoradas marionetas
contemplan el lodazal.

Este texto se ha transformado. Lo hice canción y quedó la letra así:

Cuando voy por andurriales
y respiro el aire seco,
inhalo desolación,
exhalo palabras grises
y te siento muy presente,
como si aún te perdieras
en tu propio laberinto.

Azoradas marionetas
que no te vieron llorar,
calle arriba, calle abajo, 
contemplan el lodazal.

Tú no llevabas muñecos
ni divertías a la gente;
nadie te daba dinero
ni conseguías qué comer.
A veces no regresabas,
y al estar de nuevo en casa,
me veo retratada en ti.

Azoradas marionetas... (Se repite)

El creerte acompañada
no te quitaba tristeza,
y al saberme abandonada,
leo tu huella en el camino,
lleno el vacío con distancia,
descifro los pedregales,
e imagino tus delirios.

Azoradas marionetas... (Se repite)

Eres parte de ni tierra, 
mi mundo y mi vendaval,
tomé tu llanto y tu risa, 
y los guardé en el zurrón.
En esas noches de frío, 
me siento más hija tuya,
que vástago de mamá.

Azoradas marionetas... (Se repite)







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