miércoles, 28 de noviembre de 2012

Soñar sin los angelitos

De qué puede estar empapada una noche si no llueve? Digo, si pensamos en algo cien por ciento adecuado a la realidad, pero lo cierto es que también existe la imaginación y ésta puede inundar la noche de lo que no nos habríamos percatado en otra forma. Una noche de insomnio es fácil que se empape de llanto, así que me dediqué a ponerle números romanos a todas y cada una de mis lágrimas. Eso me hizo el mismo efecto que contar borregos. Espero que ustedes, lectores, también terminen por soñar con los angelitos.


I
Desde que el mundo es mundo, las mujeres hemos tenido la ilusión de casarnos, la posibilidad de divorciarnos, hemos corrido el riesgo de que nos enamoren y nos hagan aparecer como tontas, que nos dejen plantadas en el Registro Civil o en la iglesia, que tengamos un hijo y el hombre diga: ‘si la vi ni me acuerdo’, y como todos, tenemos también la necesidad de trabajar. 

II
Las monjas son la reserva de mujeres fértiles para seguir produciendo carne de cañón. Es el pilón del mundo empresarialmente bondadoso y patriarcal. Sin monjas están perdidos así que, señores, si quieren seguir en el poder, ¡a seguir formando monjas, no hay p’a atrás!

III
Cuando se acabe la intolerancia hacia la mujer sola en general y la madre soltera en particular, entonces sí, el feminismo habrá dejado de ser plataforma donde se exhiban mujeres más o menos frustradas y empezará a funcionar.

IV
Es sencillo, espeluznante. Todo se avoca hacia la obtención, disfrute y conservación de los bienes materiales. Hasta la locura y la salud; todo, absolutamente todo, se deriva de la lucha por los bienes materiales. Un taller de autoestima para madres solteras. Impulsos que suenan bien. Pero jamás lo ofrecerán en las casas hogar dirigidas por monjas. En esos lugares tienen a las muchachas trabajando gratis para empresas que quieren ahorrarse un dinero en salarios y prestaciones. El resultado es que terminan robando, y se sienten más culpables, quieran o no. Un taller de esa clase, ¿qué tan amenazador resultaría para las “caritativas” dirigentes? 

V
La mayoría de nosotros no fuimos hijos deseados y a nuestra vez descendemos de una que no iba a nacer. En muchos casos forzada, ya con dolo o con violencia, a tener el acostón. 

VI
El aborto sí es matar, pero ese no es su defecto: da dinero una vez, por eso se le castiga. Los niñitos maltratados y adultos desarraigados, las madres empobrecidas, lo dan periódicamente siempre que no se les deje salir de esa condición.

Facilitar que las chicas pidieran salpingoclasia en vez de ir, ya embarazadas, a tirar el regalito que les dejó el semental, ¡es matar al animal que produce huevos de oro! No lo van a permitir.

VII
La decencia, en la mujer, tiene que ver con la capacidad de aparentar, de lograr que nadie se de cuenta que se llevan a cabo acciones catalogadas como pecados, delitos o faltas de educación, o en el mejor de los casos, tonterías que atraen mala suerte. 

VIII
La mujer puede allegarse recursos materiales nada más permitiendo la invasión y el ultraje. El sistema concede libertad a la mujer en la medida que visualiza que podrá ser utilizado el potencial femenino en beneficio de sus intereses, que se reducen a mantener a la gente sometida y obediente.




IX
En otras palabras, las mujeres no contamos con nadie para nada, ni se nos da oportunidad de que contemos tan siquiera con nosotras mismas. Tenemos que estar comprometidas con algo o alguien, aunque nada ni nadie se comprometa con nosotras. Tenemos obligación de dar, de no saber qué tenemos y nada de andar pidiendo retribución, ¿qué modalotes son esos? ¡Faltaba más! Hay que estar inconscientes, nada de ser controladoras ni mucho menos andar tomando decisiones acertadas ni asertivas.

X
Como Damocles, vivimos con la amenaza sempiterna de vernos desechadas cuando todavía nos asumimos como seres completos, vigorosos, sanos –por lo menos físicamente- , y estamos obligadas a entretenernos en esa lucha absurda por no ser descartada, por no dar a conocer cuántos años llevamos vividos, para no ser humilladas por viejas. Entonces, hasta el poco o mucho dinero que tengamos, hay que regalarlo para quitarnos arrugas, pintarnos el pelo y ser jóvenes a ultranza. 

XI
No tenemos, en realidad acceso a una verdadera condición de seres respetables en la actividad que desarrollemos en la vida. Esto se ve muy claro cuando entrevistan, por ejemplo, a mujeres que destacan en alguna actividad. Hace algunos años, vi la entrevista que le hicieron a un rejoneador que armó revuelo cuando vino a la Plaza México, el reportaje versó acerca de cómo se cuida un caballo para el rejoneo, cómo es la alimentación del rejoneador, los diferentes rejones para piquetear al toro, es decir, lo que es la faena de estar dando la exhibición en la plaza para el público. Al poco tiempo llegó una rejoneadora y en la entrevista se dejó de lado cómo ella realizaba el trabajo de rejonear a los toros, y se le preguntó si era casada, si pensaba casarse y por qué no se había casado. Es decir, lo que una mujer pueda aportar al mundo del trabajo no importa, su visión de la vida a través de esa actividad, tampoco. Algunas mujeres destacadas logran entender esto y dan públicamente la apariencia de que hacen lo que hacen porque tienen dones especiales, de que “no son como las demás”. Pero entonces, hay otro engaño: se les da a las mujeres el mensaje de que cualquier trabajo es, en realidad, inalcanzable.

XII
El amor es una entelequia, un soporífero para que los seres humanos, en especial las mujeres, nos dejemos quitar cosas, controlar, atropellar, por los siglos de los siglos. 

¿La respetabilidad que puede ganar una mujer está en proporción directa al miedo que pueda inspirar? Cuando se tiene esta idea, es que se ha sido reprimida en todo y de una manera cruel.

XIII
Uno de los daños que se nos hace a las mujeres es inculcarnos la idea de que nada más las prostitutas tienen derecho a cobrar. La verdad es que ni entre ellas está limitado el cobro sólo a dinero. 
Otro de los daños que sufrimos, es el desfasamiento. Hay familias que educan a sus hijas para esposas, pero no las dejan casarse; a la que estimulan para que se comporte como presa, le dan exhortaciones para que evite, al precio que sea, ir a la cárcel; si la orillan a que se asuma como puta, le prohíben que ponga el pie en un congal. A veces, estas familias dotan a sus hijas de personalidades monjiles, para después castigar cualquier intento de ingresar a una cofradía religiosa. Cuando alguna infortunada logra adecuarse a estos cánones, la hostigan. Le dicen que está loca, pero nadie se avienta el follón de llevarla al manicomio. 

XIV
Ser mujer es enfrascarse en una lucha grotesca por seguir siendo chamaca. La edad jamás nos ayuda. Se nos considera incapaces por no tener experiencia y en un abrir y cerrar de ojos, a veces de piernas, resultamos demasiado viejas para cualquier ocupación. 
Se nos señala con dedo acusatorio cuando entablamos relaciones de trabajo en donde roles, derechos y obligaciones están claramente definidos. En cambio, se espera que laboremos en tales condiciones que lo que hagamos no sea concebido como trabajo, sino como actividades propias de nuestro sexo, o de la naturaleza, o de lo que Diosito nos dio como un don.

¡Me queda claro ya para qué sirve creer en el amor! El dogal de nosotras es el lastre de los hombres, aunque ellos jamás asumirán el sobrepeso en la misma proporción en que nosotras nos dejamos ahorcar.



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