lunes, 29 de abril de 2013

De redes, jaurías y amigos enfurecidos



Justo hoy, que cunde en México la noticia de la muerte de cuatro o cinco personas por la acción de un perrerío descontrolado, se me ha ocurrido ponerle a un compañero del grupo el apodo Jauriume.

Ahora, todos hablan de misterios y personas que azuzaron a los canes, se está metiendo en jaulas a cualquier mascota sorprendida en la calle, sea perrazo o perritín, al cabo no hablan. Y lo que ladran, ni quien lo entienda. ¡Si a las palabras se las lleva el viento!

Un altar de santería fue descubierto en el mismo lugar en que fueron encontrados los cuerpos hechos girones y en mi facebook aparece una serie de reclamos con el nombre de Palote, graznidos estridentes de un perico resentido al que cortaron las alas, ¡pero no le rompieron el pico!

Muchas veces he pensado que, precisamente por no tener los humanos condición de irracional, a la chusma le hace falta que el que dice las verdades esté loco, para poderlo ignorar o perseguir si hace falta. Poderlo animalizar.

En los tiempos ancestrales, ser expulsado del grupo equivalía a perecer. Y en estos tiempos modernos la soledad ya se elige, pues la vida en las ciudades es engañosa hasta el punto que no acaba de aceptarnos; que nos usa y nos recicla.


Escrito el 12 de enero de 2013

en la Ciudad de México,  

para un amigo que se rehúsa a vivir,

pero que está en Barcelona.



Los santos óleos on line

 Aquí debería estar tu apodo
Facebook me fascina porque en él es posible desarrollar todos los géneros literarios. Épica, lírica y dramática se dan cita, y su mutuo lugar, en una armonía que nada más se encontraba al alcance de unos cuantos observadores A.I. (Antes de Internet).
Sin lugar a dudas viene siendo más propio decir A.I o D.I., pues Internet bien puede rivalizar con Cristo en importancia. Hoy la salvación es de quien tiene computadora en su casa y/o puede pagar el alquiler de un ordenador. Así, el inválido social se salva de su propia soledad al contemplar que tiene muchos amigos, algunos hasta dispuestos a escribirle lo que quiere leer.  Y cómo no va a ser de ese modo si la lejanía física favorece la intensidad, que no la cercanía emocional.
Pero esa es, justamente, la ilusión que mantiene apoltronada a una buena cantidad de personas que hacen de las redes, ¡me niego, de hoy en adelante a llamarlas sociales, son cibernéticas, nada más!
Decía que las personas hacen de Facebook, Twitter, Pinterest, Google y las que faltaron, toda su vida y nunca vuelven a contemplar la realidad de su verdadero entorno; de ahí que les moleste ver, de pronto, reflejado, aquello que por años se han ocultado a sí mismos.