miércoles, 15 de junio de 2011

Cacharros ruidosos

Los lavaderos es el sitio más concurrido de la azotea en donde vivo. Allí se lava la ropa, pero también los platos. A veces sirve de muro de las lamentaciones, pero esa vez, Estela y yo recordábamos anécdotas del edificio y nos burlábamos de algunas tonterías que sucedieron. Mientras, Brendita, su retoño, ayudaba a Doña Adelina a fregar una pila de trastos, y se enfrascó en un comal. Tallaba, tallaba, y de repente exclamó: “¡Ay, ahora sí ya se puede ver lo que dice!” “¿Qué dice qué?”, preguntó Estela, pero la niña comenzó a leer:

-Gra cias a mi ma dre por su ca ri ñoy a po yoen el lo gro de mis me tas Lour des Bar ra gán se cre ta riae je cu ti va bi lin gûe.

            Estela se carcajeó: “¡Pinche Adelina manchada! ¡Agarró de comal el reconocimiento de su hija!”. Adelina sonrió y nada más contestó: “Pus ahí sirve”.

            Reflexioné acerca de esta forma de ser tan burda, pero Doña Adelina es una mujer que sí cumplió el compromiso de ayudar a Lourdes a salir adelante. Es trabajadora doméstica y le dio a su hija una carrera, logró la meta que muchos dicen trazarse. Su descendencia tiene algo mejor de lo que a ella le tocó.

            Tuve oportunidad de hacer esto mismo, y no pude. Teniendo más estudios y mejor nivel social, ¡no pude! Sencillamente, me eché para atrás ante el esfuerzo que implicaba sacrificar mi vida por una mocosa, que a fin de cuentas, nada me iba a agradecer. Pero estaba en un error. Minerva sí me quería. Yo la orillé a que dejara de hacerlo. Me fastidiaba ir a los eventos de su escuela, y el l0 de mayo, ¡insufrible!

            Un día, no hubo más remedio que ir, pero fui a recogerla, no estuve en la fiesta. Corrió a mi encuentro agitando una muñequita de papel, era mi regalo. No lo recibí. Le dije “ahí guárdalo”, pero ella insistió en  dármelo cuando íbamos a la parada del camión. Al subir, dejé caer el presente diz que por pagar los pasajes. Mine me vio, le sostuve la mirada con una expresión torva: tenía a flor de labio el “no te quiero”.

            Pasó el tiempo, Minerva me hizo algunos regalos más, el último  fue en l990. Un plato que tiene dibujada una casa que le tira a fortaleza, porque está bien plantada en el suelo y tiene un alcázar en lugar de chimenea. Hay pasto verde y tiene forma como de islote o la cima de alguna montaña. Sugiere movimiento de olas. Hay un árbol, hojas, aunque no frutos. La inclinación de las ramas indica viento, es de noche, hay luna, estrellas y un pájaro en pleno vuelo. A través de las ventanas de la casa, hay luz; desde luego, artificial, aunque por momentos tengo la sensación de que en la casa es de día y afuera  de noche. El pájaro va en sentido contrario al que llevan las ramas del árbol. Difícilmente podría ser un comal, Lo conservo intacto.

            Hace como siete años, una de las veces que escombré estuve a punto de tirarlo con todos los trebejos que se fueron y todavía no entiendo qué me lo impidió, que detiene, aun ahora, el impulso de romperlo.

            Creo que a Lourdes no le molesta que su madre use de comal una placa que es para colgarse en la pared. Sabe que cuenta con ella. Adelina tiene a su hija en dos sitios importantes: su corazón y la estufa.

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