En casa de mi hermana he conocido unas formas nuevas que le
dan a las pastas. Así como era la sopa de letras hay ahora una sopa con la
forma de esos animales de la prehistoria que cada vez entiendo menos con qué
fin los queremos vivos otra vez si no los dejaríamos reinar aunque fueran del
tamaño de muchos de nuestros edificios.
Marialura hace sus sopas de pasta sin jitomate, pero les pone
maní o nueces y esto les da un sabor delicioso. Esta sopa me la dio el mismo
día que descubrí que mi cobija preferida fue a parar a su cama porque para
ella, en su mente, el ribete de estambre que tiene se lo tejió su hija (no dijo
cuál de las dos).
Mi hermana aún no es propietaria del departamento que tiene
sino poseedora; mas para llegar a eso tuvo que negar muchas realidades de
crueldad en la familia. Ella presenció cuando a mi padre lo emborracharon para quitarle una propiedad; descubrió que mi
hermano, además de alcohólico vendía mariguana…
Aunque recibió el testimonio de Alejandro de la humillación
que mamá le hacía al obligarlo a cordonazos a desnudarse y subir a la azotea en
esa traza, lo creyó hasta que le dije que en mis narices tuvieron lugar dos de
esos eventos. Tenía 8 años y mi hermano 13. Nada me quita de la cabeza que el
escándalo vecinal que debió suscitar tal conducta provocó nuestro cambio de
casa.
Marialura sufrió de migraña cuando tenía 16 años. Unos
ataques que a todos nos compungieron. Alejandro la llevó al médico y
descubrieron que el diente de leche que conservaba era el causante de tales
dolencias. Después de una brutal operación para despegarle del paladar el
incisivo que no se abrió paso, mamá escuchó la narración de toda esa jornada y
dijo:
-¿Pero qué caso tenía que gastaras en eso? ¿Qué la
muchachita tenía dolores de cabeza…? –y siguió enumerando uno a uno todos los
síntomas que vimos en mi hermana…
Marialura con mucha pose intelectual dice que mamá no
funcionó en el rol que le correspondía, ¡pero no admite que la odia y con muy
justa razón! Después de que le dije cómo golpeaba mamá a Alejandro con el
cordón de la aspiradora, ¡se preguntaba qué podía haber hecho él para merecer
tal castigo! Existir, Marialura, existir…
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